Alianza por los ODS – caso Panamá

Carolina Freire

Carolina Freire

Alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al año 2030 es una meta ambiciosa que Panamá, junto a otros 150 países, se trazó en la ruta hacia un futuro más inclusivo y sostenible.

Si bien es un compromiso asumido por los gobiernos, los ODS difícilmente se podrán alcanzar sin que se vincule activamente a las organizaciones de la sociedad civil (OSC), entre ellas, ONG, universidades, centros de investigación, empresas sociales y organizaciones de base comunitaria.

En el caso particular de los ODS vinculados al bienestar humano como la reducción de la pobreza, el acceso universal y de calidad a la salud, la nutrición y la educación o la protección de la niñez y la juventud, el aporte de las OSC es particularmente relevante.

Según los análisis del Johns Hopkins Center for Civil Society Studies, las OSC proveen servicios sociales críticos a las poblaciones más vulnerables, promueven el respeto por los derechos humanos, y luchan por la protección del medio ambiente. Este mismo análisis indica que las OSC cuentan con el compromiso, el conocimiento y la capacidad para ser un factor decisivo en el proceso de hacer posible los ODS.

En Panamá, operan más de 300 organizaciones sociales a nivel nacional, implicadas en la resolución de los principales desafíos sociales y económicos del país. De hecho, una parte importante de la infraestructura social y las redes comunitarias en este país son sostenidas por las organizaciones no gubernamentales.

Su alcance en los territorios y su capacidad para asegurar la participación y vinculación comunitaria las convierte en socios importantes para el diseño e implementación de proyectos de desarrollo social.  Desde el BID trabajamos, por ejemplo, de la mano con la organización Nutre Hogar para el aseguramiento de una atención integral de la primera infancia en áreas rurales y de difícil acceso.  Junto a esta ONG con 30 años de trayectoria en las comunidades indígenas de Panamá, llevamos a cabo el programa “Cuidarte” que forma habilidades parentales y promueve el desarrollo infantil entre los niños de 0 a 3 años de la Comarca Ngabe Buglé, cuya población mantiene los más altos índices de pobreza y desnutrición en el país.  Su conocimiento del contexto cultural y social, cercanía a autoridades locales y tradicionales y experiencia operativa en terreno, convierte a organizaciones de la sociedad civil como Nutre Hogar en un elemento clave para la sostenibilidad de inversiones sociales.  Esta experiencia piloto servirá para adaptar el escalamiento del programa a nivel nacional mediante el Programa de Inclusión y Desarrollo Social que financia el BID en apoyo al Ministerio de Desarrollo Social de Panamá, potencialmente beneficiando a más de 5 mil niños y niñas.

Las OSC además contribuyen a la formación del capital social al movilizar el tiempo y talento de miles de voluntarios. La Encuesta Nacional de Voluntariado de 2017 señala que el 21% de la población de Panamá practica el voluntariado, y que de ellos el 42% lo hace a través de una ONG.  El voluntariado teje lazos de confianza y colaboración entre las personas, además de fomentar la participación ciudadana, ingredientes fundamentales para el funcionamiento de las instituciones democráticas.

Pero si queremos que las OSC sigan siendo una fuerza transformadora que impulse el logro de la Agenda 2030, es recomendable que Panamá las incorpore en la formulación de políticas creando un entorno habilitante que les permita amplificar su impacto.

En primer lugar, es necesario mapear el sector mediante la creación de una base de datos unificada de las diferentes organizaciones que existen con su tipología, ubicación geográfica, alcance y servicios.  Hoy esta información se encuentra dispersa entre, al menos 3, instituciones gubernamentales, lo que impide forjar alianzas, evitar duplicidades, y enfocar mejor los escasos recursos humanos y presupuestarios con los que cuentan.  La plataforma georreferenciada del BID, WiConnect3, es una herramienta que permite conocer quién hace qué y dónde en el desarrollo de la región, contribuyendo a tal mapeo. Por su parte, está en el mejor interés de las OSC registrarse y mantener sus perfiles institucionales al día, para que los socios públicos y privados de desarrollo las puedan identificar fácilmente y se generen sinergias que impulsen el desarrollo local.

Otro punto importante, es que la capacidad técnica de las OSC continúe mejorando. Sumando al conocimiento del terreno y las relaciones socio-culturales locales que naturalmente poseen, las OSC ganan posibilidades y rango de acción al capacitarse y optimizar sus procesos de ejecución y rendición de cuentas.

Se requiere, además, institucionalizar mediciones nacionales que permitan dimensionar la contribución de las OSC al desarrollo. Una de ellas es la incorporación de la medición del voluntariado y su contribución económica a los instrumentos estadísticos nacionales, de manera que se pueda cuantificar el aporte e impacto de los voluntarios a los ODS.

En segundo lugar, se necesita facilitar las condiciones para que las OSC cumplan su misión. Una acción específica es mejorar la eficiencia y la transparencia de los procesos gubernamentales para la conformación de una asociación, brindando información pública, accesible y oportuna. Actualmente este trámite puede tomar hasta 2 años, sin que en ningún momento se conozca el status del proceso.  La creación de un sistema informático que facilite el registro de asociación y el cumplimiento de sus obligaciones ante el Estado, ahorraría costos transaccionales y removería barreras a la asociatividad en el país.

En tercer lugar, existe un gran potencial para generar alianzas público-privadas para la provisión continua y de calidad de los servicios públicos. Por su cercanía a la población y conocimiento del terreno, las OSC están en una posición única que les permite informar, sobre la base de sus experiencias, el diseño de políticas y llevar servicios con mayor eficiencia especialmente a lugares de difícil acceso. Esta es una ventaja en la que el sector público puede apalancarse para cerrar las brechas existentes. Los ODS son una oportunidad para que el Gobierno trabaje junto a las OSC en identificar las barreras y desafíos que existen en el camino hacia el cumplimiento de los ODS y se establezcan agendas conjuntas para superarlos.

Panamá ha manifestado su voluntad de acabar con la pobreza extrema y cumplir los compromisos de los ODS al 2030.  Debemos reconocer que materializar la visión de un país con mayores oportunidades para todos requiere de la voluntad y el trabajo de los tres actores de desarrollo: el sector público, el privado y la sociedad civil.  Panamá caminará con pasos más firmes y seguros si potenciamos su articulación
Carolina Freire

Carolina Freire

Especialista de Protección Social y Salud, BID

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