Por Joan Lombardi (*)
En 2018 se seguirá impulsando una dinámica propicia para el desarrollo infantil. Y no es de sorprender dada la evidencia cada vez mayor de la importancia que revisten los primeros años para la salud, el comportamiento y el aprendizaje a largo plazo.
El concepto de “cuidado afectuoso” será esencial para todos los aspectos de la primera infancia durante este año. Como lo ha definido la emblemática publicación Lancet Series on Early Childhood Development (Black et al. 2017), el cuidado afectuoso incluye cinco componentes integrados: salud, nutrición, protección y seguridad, crianza sensible a las necesidades del niño, y aprendizaje temprano. Los conceptos que subyacen tras el cuidado afectuoso refuerzan el hecho de que los ámbitos del desarrollo están interrelacionados, interactúan y pueden fortalecerse mutuamente.
En mayo de 2018 se lanzará un marco para el cuidado afectuoso en la Asamblea Mundial de la Salud con el fin de subrayar la importancia de la coordinación multisectorial. Este es un gran avance para la supervivencia y desarrollo de los niños pequeños.
En las últimas décadas hemos constatado la necesidad de desplegar esfuerzos entre sectores para incidir en el desarrollo infantil. De por sí, el sector de la salud desempeña un papel particularmente importante en los primeros años de vida, pero podrá mejorar sus esfuerzos por promover el cuidado afectuoso de los niños pequeños si los aúna con los del sector de la educación y de la protección infantil, entre otros. A continuación, seis recomendaciones sobre cómo puede el sector de la educación contribuir a la promoción del cuidado afectuoso:
1. Reafirmar el hecho de que la educación comienza al nacer. Como sabemos, el aprendizaje no espera hasta que el niño llegue a la puerta de la escuela. Tradicionalmente, el sector de la educación ha estado más involucrado en la atención a niños mayores y solo recientemente comenzó a incluir en sus esfuerzos a los de edad prescolar. No obstante, también las agencias educativas pueden cumplir una importante función en la promoción del aprendizaje temprano entre los niños menores de tres años.
Si bien muchos programas de crianza surgen por iniciativa de las agencias de salud y protección infantil, el papel de las escuelas resulta fundamental para involucrar a los hermanos menores y servir como núcleo de apoyo a los grupos de crianza. Además, las agencias educativas pueden asociarse con los programas comunitarios de cuidado infantil para promover el aprendizaje temprano. Si comienzan pronto, ayudarán a garantizar continuidad durante los primeros años.
2. Hacer especial hincapié en el desarrollo socioemocional y cognitivo, del lenguaje y otras áreas del desarrollo. Toda vez que un número cada vez mayor de niños ingresan al prescolar en el mundo, debemos asegurarnos de que el currículo y la programación general sean apropiados para el desarrollo y no una “adaptación” del currículo diseñado para niños más grandes. Esto reviste particular importancia pues de lo que se trata es de garantizar entornos adecuados que respondan a las necesidades holísticas de los niños.
Las bases del aprendizaje permanente quedan sentadas cuando el desarrollo socioemocional de los niños pequeños se apoya en una atmósfera que alienta la curiosidad, la motivación, una fuerte confianza en sí mismo, la autorregulación y un reconocimiento del lenguaje y la cultura de origen.
3. Asegurar prácticas de buena salud y una nutrición adecuada es fundamental para cualquier programa prescolar y otros de primera infancia. Si bien se reconoce la necesidad de poner especial atención a la buena salud y nutrición durante los primeros 1000 días de vida, ese empeño debería continuar durante los primeros años. Los programas prescolares y otros para la primera infancia proporcionan el escenario perfecto para promover una mejor nutrición en el hogar y en el programa, y monitorear y fomentar el desarrollo físico y el bienestar general.
La cooperación entre las agencias comunitarias de salud y nutrición y las educativas es esencial para asegurar que se ofrezca una alimentación nutritiva, haya mucha actividad física y se brinden las garantías necesarias para promover un desarrollo saludable.
4. Incluir la participación familiar como parte esencial de un programa de primera infancia de calidad. Los programas de aprendizaje temprano ofrecen una puerta de entrada para llegar a las familias. Si bien tradicionalmente la educación se ha centrado en los niños, una evidencia cada vez mayor resalta el importante papel que ellas desempeñan y la necesidad de asegurar su participación como parte esencial de un programa de calidad.
Los programas para la primera infancia pueden alentar la participación de padres voluntarios, su inclusión en la toma de decisiones, su educación y la articulación de redes de intercambio entre ellos. Nuestro objetivo es promover un sentido de empoderamiento entre las familias para que confíen en la función significativa que cumplen en la vida de sus hijos.
5. Asociarse con los programas de protección social. La crianza sensible a las necesidades de los niños y el aprendizaje temprano logran prosperar entre las familias que disponen de redes de apoyo y recursos adecuados. La pobreza, el aislamiento, la violencia y otros factores pueden socavar los esfuerzos para brindar un entorno apropiado. Si bien algunos programas para la primera infancia proveen servicios integrales, es probable que muchos deban asociarse con otras agencias comunitarias para ofrecer oportunidades de relacionarse en redes, de empleo y capacitación, y otros servicios que son cruciales para los adultos.
Juntas, las agencias educativas y de protección social pueden proveer un enfoque familiar integral que contribuirá al bienestar tanto del niño como de los padres (Aspen Institute, 2016).
6. Integrar a los niños con discapacidad y llegar a los más vulnerables. Todos los niños tienen derecho a acceder a los programas para la primera infancia. A medida que se expande el prescolar, debemos asegurar que se incluya en ellos a los niños con discapacidad y que los profesores y administradores estén preparados para garantizar su éxito. Al mismo tiempo, el número cada vez mayor de situaciones conflictivas que se presentan en el mundo, como la desintegración familiar y la creciente migración, dificultan el acceso a los programas para la primera infancia.
Asegurar protección y seguridad es una necesidad básica y un componente fundamental del cuidado afectuoso. El compromiso y la sensibilidad hacia los niños vulnerables deberían ser una prioridad. La educación y la protección infantil van de la mano, particularmente en los primeros años.
Así, mientras avanzamos en este nuevo año, celebremos el interés cada vez mayor que suscita la primera infancia y promovamos el mejor de los cuidados para los niños pequeños. Podemos comenzar reafirmando la necesidad de aunar esfuerzos entre múltiples entidades para asegurar un desarrollo infantil saludable y exitoso en el seno de familias sólidas y afectuosas.
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(*)autor: Joan Lombardi Asesora sénior en la Bernard van Leer Foundation.
This article was originally published in English by the Bernard van Leer Foundation.
FUENTE: https://blogs.iadb.org/desarrollo-infantil/2018/03/12/cuidado-afectuoso/
Por Joan Lombardi (*)
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