Flavia Milano
Tiene una formalidad distinta a otros niveles de vinculación ciudadana como el de información y el diálogo planificado, con agendas de discusión y trabajo que pueden ser más ágiles en algunas ocasiones para resolver procesos de toma de decisiones. Otras veces, esas mismas instancias de información y diálogo no alcanzan, pero están tan bien articuladas que cuentan con la participación de los interesados. En consecuencia, el llamado a consulta ordenado por la leyes mucho más efectivo.
Sin dudas pensar en consultas públicas es pensar en las formas originarias de participación ciudadana. El “consultare” nos lleva a los primeros días de las democracias y repúblicas en Grecia y Roma, donde la deliberación pública era un ejercicio de los -pocos- habitantes considerados ciudadanos. El modelo de consulta popular ha dado lugar a distintos instrumentos de participación como el referéndum, el plebiscito y la audiencia pública.
En ese contexto, la consulta, luego de instancias de información y diálogos -que aseguren que todo participante conozca el tema central- es sin dudas una herramienta fundamental para los procesos de toma de decisiones entre gobiernos, empresas y sociedad civil. Quienes implementan proyectos de desarrollo, ya sea de lado de organizaciones de la sociedad civil, de los gobiernos, empresas o agencias de desarrollo, han tenido que planificar procesos de consulta efectivos en algún momento.
Muchas agencias de desarrollo como el Grupo BID perfeccionan permanentemente sus estándares de planificación, preparación e implementación de la consulta. Se estudian y sistematizan los marcos legales y regulatorios aplicables en sectores donde un mayor número de personas tienen relación con grandes proyectos como los de pesca, energía, infraestructura, estudios de impacto socio ambiental o minería e hidrocarburos. Incluso, y en la constante búsqueda por mejorar y agilizar la vinculación ciudadana en otros niveles, se crean instrumentos específicos. Hay muchos ejemplos, más o menos exitosos, de consultas públicas sobre políticas, estrategias y proyectos que involucran gobiernos, ciudadanía, agencias de desarrollo y sector privado. Un ejemplo proveniente de este último, lo encontramos en el marco de un diagnóstico regional sobre buenas prácticas de participación ciudadana en grandes proyectos de infraestructura, en un caso que llega desde República Dominicana:
El proyecto de incubadora fue inicialmente parte del plan del municipio de Cotuí y es en la actualidad un ejemplo regional de alianza público-privada. Comenzó con un capital semilla dela empresa Barrick, y tras 4 años de operación se volvió autosustentable. La Incubadora ofrece una amplia gama de recursos y servicios empresariales como estudios de mercado, análisis de procesos, asesorías legales y financieras. De allí han surgido ya 18 proyectos, lo que la convierte en la tercera mayor incubadora del país.
En este ejemplo se evidencia tanto la buena práctica en la planificación de la consulta como de los pasos previos de información y diálogo que promueven la participación ciudadana responsable, especialmente en el desarrollo de territorios ricos en recursos naturales. El trabajo conjunto de sociedad civil, empresas y gobiernos potencia los impactos positivos en las comunidades, mejorando los resultados de los esfuerzos individuales.
Estos ejemplos y otros conocimientos de frontera, así como llamados a concursos y becas están disponibles dentro de la plataforma georreferenciada WiConnect, que permite ver la comunidad de intereses alrededor de diferentes proyectos e iniciativas desde la participación ciudadana para nuestra América Latina y el Caribe.
Flavia Milano
Especialista Senior en Operaciones y consejera del Vicepresidente de Países en los temas de participación ciudadana | sociedad civil. Experta en temas de participación ciudadana, líder del proceso de creación de la nueva Estrategia del Grupo BID con la Sociedad Civil.
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