En las últimas décadas, el rol y alcance del tercer actor del desarrollo la “sociedad civil” se ha ido modernizado, con impactos en los otros dos actores: gobiernos y sector privado. Tradicionalmente se asociaba – y limitaba – como sinónimos de sociedad civil a organizaciones no gubernamentales. Esto se ha ido modernizando hacia uno más amplio como el de partes interesadas, sociedad civil organizada y ciudadanía.
Por sociedad civil organizada se incluye a una vasta y rica diversidad de grupos de interés: empresas sociales, academia, federaciones de industria, cámaras de comercio/construcción/turismo, representantes del sector productivo, sindicatos, grupos de pueblos indígenas, grupos de afrodescendientes, grupos de campesinos, fundaciones, iglesias, instituciones religiosas, grupos de mujeres, asociaciones profesionales, grupos en situación de vulnerabilidad, minorías sexuales, entre otros.
Por partes interesadas se entiende a toda persona o grupo que porta un interés vinculante respecto a una política, iniciativa, estrategia o proyecto.
Por ciudadanía, se entiende quizás al aspecto más novedoso que representa a la sociedad civil como actor en el desarrollo cuya particularidad es que no reconocen fronteras territoriales siendo personas que ejercen presión para avanzar un tema determinado (por ejemplo, mejoras en políticas redistributivas, acciones de igualdad de género, acceso a financiamiento, cabildeo por derechos sexuales, etc.).
Estas acciones, que se organizan a una velocidad sin precedentes con el uso de nuevas tecnologías y sus bajos costos de transacción, tienen impactos en los gobiernos, el sector privado y en la propia sociedad civil.
Viralizar contenidos es posible solo con un teléfono móvil; los reclamos frente a iniciativas/situaciones a las que se oponen son públicos con un solo clic y pueden desencadenar fuertes e inesperados conflictos sociales a escala global en cuestión de segundos.
Sumado a esto, en un contexto de post pandemia delicado y con un crecimiento para América Latina previsto por el FMI del 1,8%, por debajo de la media global del 2,9%, la polarización social y el descontento se profundizan aún más.
Frente a este escenario, desde el Grupo BID nos dimos cuenta de que con los instrumentos que teníamos no podíamos dar el salto cualitativo que necesitábamos. Por eso actualizamos nuestras herramientas para lograr planificar anticipadamente acciones de inclusión oportunas y significativas del tercer actor -la sociedad civil- para contribuir a disminuir la brecha de inclusión social y desigualdad.
En esta línea, la amplia experiencia del Banco con los tres actores evidencia que una inclusión efectiva de la ciudadanía, contribuye a la debida diligencia para la implementación de iniciativas y operaciones de desarrollo, conteniendo riesgos de conflictos sociales e identificando oportunidades en sectores críticos para América Latina y el Caribe, como la infraestructura sostenible, el acceso a la educación y a la salud, la generación de empleo o la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático.
En el proceso de actualización de sus herramientas, el Grupo BID analizó cientos de casos propios y de otras agencias de desarrollo, bancos multilaterales, gobiernos, sector privado y de organizaciones de la sociedad civil encontrando que en todos ellos la debida diligencia en la inclusión efectiva se mueve siempre dentro de cinco niveles de planificación anticipada de acciones de:
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Información en un dar información sobre temas pertinentes para la audiencia (y no solo sobre lo que el emisor quiere informar) y captar información que permite conocer necesidades y dificultades de las personas a las que la política, estrategia u operación busca mejorar vidas;
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Diálogos que permiten intercambios directos que generen cercanía y construyen confianza alrededor de temas de desarrollo que es necesario avanzar;
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Consultas públicas que busquen recibir insumos y se realicen dentro de los marcos legales y regulatorios aplicables;
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Colaboración que fomentan la innovación trabajando con organizaciones técnicas o de incidencia territorial para producir productos de conocimiento que aporten valor a iniciativas de desarrollo sectorial.
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Alianzas que buscan movilizar recursos humanos y financieros apalancando iniciativas con capital local.
En un trabajo de recopilación y sistematización de la experiencia recogida, se capitalizó el conocimiento en una formación online (MOOC) aplicable a la planificación e implementación de la debida diligencia en inclusión de partes interesadas.
El curso accesible en este enlace y en el QR contiene casos reales de éxito y de fracaso, lecciones aprendidas, y una hoja de ruta respondiendo a ese cómo, cuándo y dónde emplear las diferentes herramientas de participación para optimizar el diseño y ejecución de iniciativas, proyectos, operaciones y políticas.
Una vez cursados los 6 módulos y superadas las evaluaciones la audiencia tiene acceso a una certificación de aprobación del BID.
Mas información sobre oferta de becas disponible en WiConnect.
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