El elemento más importante para el desarrollo de un ecosistema de innovación es el capital humano, es decir, personas con las habilidades necesarias para identificar oportunidades y proponer soluciones innovadoras que agreguen valor incorporando nuevas tecnologías y modelos de negocios. De la capacidad de los emprendedores innovadores y demás actores de un ecosistema para interactuar entre sí, gestionar y navegar los procesos que conlleva innovar, dependerá su éxito.
Un ejemplo de la necesidad de desarrollar habilidades, tanto digitales como otras vinculadas a la industria de la innovación, lo muestra de manera cómica pero muy real la película “Los Principiantes” (The Internship en inglés). Los protagonistas son experimentados vendedores de relojes análogos que pierden su trabajo y su jefe al despedirlos les comenta que tanto ellos como la forma en que llevaban sus negocios ya están obsoletos. Esto los lleva a pensar cómo reinventarse y dónde podrían aplicar su experiencia de años. Concluyen que su problema consiste en no haberse adaptado a las nuevas tecnologías y para remediarlo deciden reiniciar sus carreras y buscar trabajo como pasantes de verano en Google.
El desafío no solamente fue ingresar, sino posteriormente competir y colaborar con jóvenes muy preparados para el mundo digital. Con mucho esfuerzo pudieron desarrollar habilidades digitales, pero también debieron aprender cómo poner al servicio de sus nuevos desafíos aquellas habilidades que la experiencia en ventas les había dado.
Esta cinéfila pero verosímil historia nos muestra por una parte la velocidad del cambio tecnológico y por otra la necesidad de contar con industrias de innovación que cuenten con capacidades para generar, transferir y adoptar tecnologías, lo cual a su vez requiere el capital humano suficiente y entrenado en temas de innovación, emprendimiento y transferencia tecnológica.
Acelerar los ecosistemas de innovación en Centroamérica
En un blog anterior indicábamos que, en Centroamérica, impulsar un cultura de innovación se hace crucial en un contexto en que las economías se basan cada vez más en el conocimiento y la tecnología como motores para impulsar la productividad y competitividad, aumentar el empleo y mejorar la calidad de vida. Si bien los gobiernos de la región han puesto en marcha programas de fomento a la innovación y el emprendimiento, es imperativo hacer mayores esfuerzos de inversión y sofisticación en las estrategias de apoyo.
Con el fin de fortalecer las capacidades y acelerar el desarrollo de los ecosistemas de innovación en Centroamérica, en el marco del proyecto IEDA (Innovation Ecosystem Development Accelerator), desde el BID hemos venido trabajando con diversos actores públicos y privados de cinco países (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá) en el levantamiento y priorización de los desafíos para mejorar la calidad de sus ecosistemas.
El desafío priorizado de forma transversal en todos los países fue el capital humano. En concreto, se vio como fundamental aumentar la capacidad instalada de profesionales formados en emprendimiento e innovación que cumplen roles en instituciones relevantes como las universidades y centros de investigación, las aceleradoras e incubadoras y las agencias públicas de innovación. Temas como transferencia tecnológica, protección de la propiedad intelectual, modelos de negocios tecnológicos, financiamiento temprano, escalamiento internacional, entre otros, forman parte del conocimiento y habilidades requeridas. Seguir leyendo…
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