Durante los dos últimos siglos, los trabajadores han sido el pilar de la producción. Como resultado, los salarios reales en los países industrializados han aumentado constantemente y el nivel de vida se ha multiplicado por 20 respecto a hace 200 años. Pero la era del trabajo, en la que el ser humano es el principal componente de la producción, puede estar llegando rápidamente a su fin.
La Inteligencia Artificial (IA) podría alcanzar el nivel de Inteligencia Artificial General (IAG), en el que superaría las capacidades humanas en prácticamente todos los ámbitos. Por ello, los gobiernos, tanto del mundo desarrollado como del mundo en desarrollo, deben prepararse para las inmensas transformaciones económicas, sociales y políticas que esto puede acarrear.
Es imposible predecir con seguridad si se alcanzará la IAG y si las máquinas serán capaces de realizar toda la gama de tareas humanas relacionadas con el trabajo. Pero el ritmo de avance indica que esa transmutación sísmica puede estar más cerca de lo que muchos piensan. A principios de la década de 2010, el reconocimiento de imágenes, es decir la capacidad de identificar objetos y rostros, seguía siendo una tarea desafiante para las computadoras.
Hoy en día, los sistemas más avanzados de IA son literalmente un millón de veces más complejos que hace diez años, no solo superiores a los humanos en el reconocimiento de imágenes, sino capaces, como los grandes modelos lingüísticos (LLM, por sus siglas en inglés), de razonar lógicamente, escribir códigos, hacer cálculos matemáticos y redactar ensayos coherentes. También pueden ser creativos y mostrar teoría de la mente, la capacidad para entender el pensamiento y la motivación humanos.
El magnate Elon Musk ha tuiteado que le sorprendería que las máquinas no tuvieran IAG hacia el año 2029. Metaculus, una plataforma de tecnología de pronóstico informó recientemente que lo más probable es que esto suceda en 2032.
“Mitigar el riesgo de extinción por Inteligencia Artificial debe ser una prioridad mundial junto a otros riesgos a escala social, como las pandemias y la guerra nuclear”, advirtió un grupo de más de 350 ejecutivos, expertos y pioneros en el campo de la IA en una declaración publicada el 30 de mayo, en la que muchos de ellos piden por separado una regulación.
Desestabilización de los mercados laborales
Lo que parece claro es que, si bien la IA aumentará radicalmente la productividad, los nuevos avances también amenazan con desestabilizar e incluso potencialmente destruir los mercados laborales. A corto plazo (y es difícil saber exactamente cuánto sería ese corto plazo), la IA podría mejorar drásticamente el rendimiento de trabajadores cognitivos altamente cualificados: personas como médicos, abogados, ingenieros y académicos. También podría suponer un impulso de corta duración para los trabajadores manuales, quienes se beneficiarán a medida que las economías vayan creciendo, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo.
Sin embargo, los trabajadores cognitivos relativamente poco cualificados (por ejemplo, personas que trabajan en centros de llamadas, o contables de bajo nivel) podrían ser sustituidos pronto. Y a largo plazo, todo el mundo puede ser prescindible. A medida que los sistemas de IA, cada vez más sofisticados, aprendan a realizar las tareas más complejas, podrían sustituir a los trabajadores cognitivos altamente cualificados y, a medida que tomen el control de la robótica y de los procesos de fabricación, podrían sustituir a los trabajadores manuales. Seguir leyendo…
Anton Korinek
Profesor en el Departamento de Economía y en la Escuela de Negocios Darden de la Universidad de Virginia, así como investigador no residente en la Brookings Institution, investigador asociado en el NBER, investigador en el CEPR y responsable de Economía de la IA en el Centre for the Governance of AI. Se doctoró en la Universidad de Columbia en 2007, tras varios años de experiencia laboral en los sectores informático y financiero. También ha trabajado en Johns Hopkins y en la Universidad de Maryland y ha sido profesor visitante en la Universidad de Harvard, el Banco Mundial, el FMI, el BPI y numerosos bancos centrales. Su investigación analiza cómo prepararse para un mundo de sistemas de IA transformadores. Investiga las implicaciones de la IA avanzada para el crecimiento económico, los mercados laborales, la desigualdad y el futuro de nuestra sociedad.
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